martes, 17 de marzo de 2009

Feneció

Sinceramente no se muy bien de que hablar hoy. Ya es martes y ya pasó todo lo que tenía que pasar en este carnaval, que sin duda es de los peores (sinó el peor) en cuento a organización en la que se involucran montones de cosas.

Hasta el sistema informático de la intendencia este año estuvo en contra de la fiesta, que cada día, cada año que pasa se transforma en menos fiesta.
Este año encaré la visión del carnaval de otro modo, luego de todo lo que me tocó vivir en 2008, empezando a mirar abajo de la alfombra, debajo de la mesa.
Tengo que lamentar que el concurso cada vez me de más asco. Pero es un asco que no se lo achaco al concurso como tal, porque el concurso no tiene vida, por lo tanto no es bueno ni malo, simplemente es algo que hace mantener.
Lo que realmente me repugna es la manera de llevar al carnaval, que es de unos pocos, dónde se utilizan normas inventadas por dos o tres para dictaminar lo que nos tiene que gustar al colectivo carnavalero. Dónde se critica lo que funciona mal año tras año y en el carnaval siguiente se vuelve a hacer lo mismo o se lo ata con alambres. Dónde se pierde muchas veces lo medular por unos pesos más. Dónde el que quiere plantear una visión distinta, su estilo, es desplazado y no por juzgamiento popular.

Sin ánimos de escribir, pero feliz porque este bochornoso carnaval terminó de una buena vez y esperanzado porque falta cada menos para que llegue el cambio.

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